LITERATURA Y DDHH
Reflexiones literarias sobre los DD.HH. en perspectiva histórica.
Coordinan: M. Guadalupe Ispani, María Sormanni, Ileana Fachina, Melina Gigli.
María Guadalupe Ispani es profesora en Lengua y Literatura, postitulada en la UNR y especializada en Investigación educativa. Docente del Instituto Superior de Profesorado N° 1 y de la EESO 202 de la ciudad de Casilda. Actualmente también se desempeña como Jefa de Sección de la mencionada carrera en dicho instituto.
Maria Sormanni es profesora en Lengua, Literatura y Comunicación Social y especializada en Investigación educativa. Docente del Instituto Superior de Profesorado N° 1 y de la EESO 202 de la ciudad de Casilda. Miembro del Equipo de Formación de CTERA y del Equipo de la Secretaria de Cultura de AMSAFE. Miembro de la Red de Docente que Hacen Investigación Educativa (Red DHIE).
Ileana Fachina es profesora en Lengua y Literatura y especializada en Investigación educativa. Docente de la EESO 202, de la EESO 417 de la ciudad de Casilda y de los NRESO 1202 y 22O2. Coordinadora del taller de lectura y escritura de la EESO 202( 2017-2018).
Melina Gigli es profesora de Lengua, literatura y comunicación social. Catedrática de diversas asignaturas de la EESO 569 “Carlos Fuentealba” de la ciudad de Rosario. Coordinadora del Taller de Audiovisuales de la Escuela Agrotécnica “Libertador General San Martín” de Casilda, UNR.
Un encuentro colectivo de aproximación a diversos escritos literarios y lecturas críticas en un proceso de construcción de ciudadanía y un posicionamiento ético-político arraigado en los Derechos Humanos.
Un lugar de intersección en el cual lo literario oficiará de “mediador” y/o “disparador” para repensar los límites difusos entre realidad y ficción y reabrir debates en torno de un saber prescripto en los diseños curriculares, pero que debido a su carácter de “transversalidad” y a su carga ideológica tan evidente se tornan, a veces, en un contenido “marginal” y hasta “incómodo” en nuestras aulas.
Presentación del Programa
Desde sus orígenes, nuestra organización gremial ha entendido que el papel fundamental que cumplen los sindicatos no se limita a la lucha por las reivindicaciones laborales, sino también a la batalla por el conocimiento en el campo cultural. Así, a lo largo de nuestra historia, hemos llevado a cabo diversas acciones de formación que tuvieron el propósito de brindar espacios colectivos de debate, de reflexión y de construcción de conocimiento en el campo pedagógico, político-sindical y la investigación educativa para las y los educadores de todo el país. Propuestas que nos permitieran reflexionar sobre los problemas sociales y educativos y comprender los conflictos que atraviesan nuestra propia práctica en el contexto actual, con el fin de construir alternativas político-pedagógicas emancipadoras, que hagan más digno nuestro trabajo docente, en el marco de la defensa irrenunciable de la educación pública como un derecho social y humano.
Es por ello que, en esta oportunidad, acercamos, a docentes de todos los niveles y modalidades, en especial a los de Nivel Secundario y Superior, una propuesta de formación co-autoasistida en “Literatura y Derechos Humanos (DDHH)”, para que se constituya en un encuentro virtual de educadoras y educadores a quienes nos interesa la literatura nacional y latinoamericana y deseamos, a partir de ese campo de estudio, repensar y recrear nuestras experiencias educativas relacionadas con la enseñanza de los DDHH.
Este curso de “Literatura y DDHH” -y el orden de los términos no es casual- intentará constituirse en un espacio en el que confluyan la lectura y el análisis de producciones literarias que habiliten reflexiones, interpelaciones y nuevas miradas respecto de los DDHH. Un lugar de intersección en el cual lo literario oficiará de “mediador” y/o “disparador” para repensar los límites difusos entre realidad y ficción y reabrir debates en torno de un saber prescripto en los diseños curriculares, pero que debido a su carácter de “transversalidad” y a su carga ideológica tan evidente se tornan, a veces, en un contenido “marginal” y hasta “incómodo” en nuestras aulas.
Especialmente en nuestro país sabemos de la importancia de educar en clave de derechos. “La educación en derechos humanos tiene por objeto fomentar el entendimiento de que cada persona comparte la responsabilidad de lograr que los derechos humanos sean una realidad en cada comunidad y en la sociedad en su conjunto. En este sentido, contribuye a la prevención a largo plazo de los abusos de derechos humanos y los conflictos violentos, a la promoción de la igualdad y el desarrollo sostenible y al aumento de la participación de las personas en los procesos de adopción de decisiones dentro de los sistemas democráticos, según se establece en la resolución 2004/71 de la Comisión de Derechos humanos. [ … ] La educación en derechos humanos puede definirse como el conjunto de actividad s de capacitación y difusión de información orientadas a crear una cultura universal en la esfera de los derechos humanos mediante la transmisión de conocimientos, la enseñanza de técnicas y la formación de actitudes.” (Plan de acción para la primera etapa (2005-2007) del Programa Mundial para la educación en derechos humanos, ONU).
Esta instancia de formación se propone, entonces, como un encuentro colectivo de aproximación a diversos escritos literarios y lecturas críticas sobre ellos que generen un proceso de construcción de ciudadanía y un posicionamiento ético-político arraigado en los DDHH que fortalezcan las políticas de memorias sociales ya existentes en nuestro país. Sobre todo porque las y los argentinos sabemos que, en momentos de censura y de violencia ejercidas desde el Estado, la profusa producción literaria supo “decir” aquello que no quería ser dicho o que era dicho a medias, proveyéndonos de un espacio de toma de conciencia, de lucha y resistencia, para contribuir, desde el arte y la cultura, al fortalecimiento de la democracia, la justicia social y la solidaridad en nuestras comunidades.
Cabe aclarar que, dada la amplitud y polisemia del término “derechos humanos”, en esta propuesta de formación virtual sólo abordaremos algunos tópicos vinculados a ellos. Sobre todo los que las coordinadoras de esta actividad consideramos “bisagra” en nuestra historia como país, en tanto remiten a hechos muy violentos o descarnados o silenciados que han provocado profundas heridas y/o “traumas” en la trama social y generado, incluso hasta nuestros días, intensos debates y acaloradas discusiones entre las y los ciudadanos. Heridas y traumas que nuestra literatura ha sabido representar magistralmente, encontrando nuevos modos o más propicios para contar lo vergonzante, lo atroz, lo velado. Y esa habilitación de la palabra, por lo menos para muchas y muchos de nosotros, además, se constituyó en una discursividad que, de alguna manera, podemos considerar “reparadora”.
Concretamente, en este curso co-autoasistido ponemos a disposición de las y los inscriptos cuatro recorridos articulados a partir de algunos ejes conceptuales que resultan claves a la hora de pensar la cultura nacional y latinoamericana. A través de estos cuatro itinerarios, el curso pretende revisitar algunos textos clásicos de nuestra literatura e incorporar otros poco frecuentados, y ponerlos en relación con los DDHH. El propósito inicial es ofrecer a las y los destinatarios un recorrido renovado por la literatura, que les permita, a partir del aporte de algunas herramientas de análisis, actualizar sus prácticas pedagógicas y/o ampliar sus horizontes de lectura.
Propósitos del curso
Los propósitos que a continuación se comparten son algunas intenciones que van marcando huellas respecto al camino a seguir en este recorrido propuesto:
- Promover la apropiación y/o construcción los conocimientos vinculados a la literatura nacional y latinoamericana que dialoga con discursos sobre DDHH, con el propósito de enriquecer nuestras experiencias pedagógicas y las prácticas de enseñanza en materia de derechos en los espacios educativos en los que nos desempeñamos.
- Promover a apropiación de marcos conceptuales y contenidos para la construcción de los múltiples sentidos de los textos literarios seleccionados y de otros materiales específicos.
- Habilitar un trabajo intelectual que fomente, desde la literatura, la crítica y la reflexión acerca de las diversas problemáticas emergentes sobre DDHH, para promover un posicionamiento ético-político y la producción de nuevos saberes que nos permitan pensar el lugar que ocupan los DDHH en las aulas y resignifiquen nuestras prácticas educativas.
Metodología del curso
La modalidad pedagógico-didáctica planteada para este espacio virtual un recorrido co-autoasistido que articule diferentes dinámicas de trabajo: lectura e interpretación de textos, apuntes de clase y otros materiales específicos desde los cuales se abordarán las grandes líneas de trabajo y temáticas específicas previstas en el programa; abordaje y análisis de películas, documentales, cortos u otro tipo de material audiovisual como recursos didácticos para el abordaje de ciertos ejes temáticos; realización de actividades domiciliarias de carácter opcional; participación en foros de discusión que habiliten de un diálogo problematizador entre las y los participantes del curso, abierto al intercambio, el debate de ideas y la reflexión colectiva.
Evaluación
Como instancia de co-autoevaluación final se propondrá participar de conversatorios virtuales para la reflexión grupal y el intercambio de ideas acerca de los ejes temáticos desarrollados durante la cursada, con el propósito de alentar a las y los participantes a profundizar sus lecturas para, luego, diseñar y elaborar:
- Propuestas didácticas (secuencia) sobre los contenidos abordados, describiendo las fases de la experiencia educativa a desarrollar.
- Proyectos de intervención en escuelas asociadas/coformadoras, a partir de los temas/problemas seleccionados y el posible contexto de aplicación.
- Propuestas alternativas (elaboración de una antología, video o audioteca de lectores) a partir de los contenidos trabajados, pensando además las posibilidades de instrumentación en el aula.
Clase 1
EJE 1: La vuelta del malón: Lucha y resistencia de los pueblos originarios.
- Conquista, colonización y Estados nacionales.
- Voces disidentes. Oralidad, multimedia, y apropiación/creación de una lengua.
- Reconversión de los estereotipos.
LITERATURA Y DD.HH.
Reflexiones literarias sobre los DD.HH. en perspectiva histórica. pandemia.
Coordinan: M. Guadalupe Ispani, María Sormanni, Ileana Fachina, Melina Gigli.
Clase 1
EJE 1: La vuelta del malón: Lucha y resistencia de los pueblos originarios.
- Conquista, colonización y Estados nacionales.
- Voces disidentes.
- Oralidad, multimedia, y apropiación/creación de una lengua.
- Reconversión de los estereotipos.
Presentación de la clase
(…)Rüf mongelen inche Fewla Küme wechulen iñche Küme tuwün küpal Mapunche ta inche Rumel inangülam mew fey weñangün iñche Pellken – Femi – newentun ka ngülamkawün!!!(…)i
Los mitos de la civilización occidental -entendidos como el origen fundacional y ficcional de nuestras culturas- sostienen un imaginario de nuestras naciones latinoamericanas como deudoras y casi apéndices de los repartos imperiales del mundo conocido en cada época, desde los griegos hasta nuestra contemporaneidad.
Esto sigue manteniendo una gran influencia en nuestras constituciones culturales letradas en todo el territorio latinoamericano. La idea de civilización y barbarie -tan cara en nuestros imaginarios literarios y políticos- es, de alguna forma, una continuidad de ese pensamiento occidental forjado en el imperio griego, luego romano; luego español -probable e incesantemente- europeo.
En este sentido, el genocidio que ocurre en nuestras territorialidades a partir de 1492, comienza antes de la conquista y de la llegada de Hernán Cortez y continúa aún mucho tiempo después de que nuestros territorios hayan dejado de ser colonias europeas. La aniquilación del otro está supuesta ya en un modo de barbarización de los sujetos que cada imperio sostiene con diversas figuraciones sobre la alteridad.
La aniquilación despiadada ocurrida en nuestra Patria Grande con sus pobladores de origen, no tiene precedentes en la historia -en tanto deshumanización completa de grupos étnicos dispares- y no encuentra parangón con ningún otro genocidio.
Sostenemos esta noción, en tanto que -justamente- la independencia y la conformación de los estados nacionales retoman y continúan estos rudimentos aún ya finalizados los procesos de conquista y colonia por los imperios europeos.
Son las ciudades letradas, son los grupos políticos y económicos de poder nacionales y transnacionales quienes tejen alianzas con este pensamiento y continúan persistentemente en su afán de aniquilación completa de la otredad indígena.
Entonces, pregonamos aquí que reconocemos una continuidad con el proyecto europeo pos constituciones de estados nacionales, que pervive en nuestras culturas y delinea el sentido de muchas de nuestras letras fundacionales nacionales y estatales.
Es decir, el genocidio continúa en Argentina y en toda Latinoamérica como decisión estatal. La conquista del desierto -por pensar un caso que nos resulte cercano- se constituye como una de las formas de la épica de ese proyecto colonizador anterior.
Si sostenemos que es parte de esa épica, los relatos que lo acompañan son el insumo que utilizan para la justificación simbólica de la fundación de las naciones para la violación y la violencia ejercida sobre los derechos humanos de las etnias de nuestro continente; y lo hacen, material, pero además, literariamente.
Así, los relatos de los conquistadores, pero también los de los estados nacionales -como La cautiva, de Esteban Echeverría o Facundo, de Domingo F. Sarmiento, entre otros- constituyen esta mitología que justifica la descomunal aniquilación que se mantiene hasta nuestra contemporaneidad.
Sin embargo, existen otros relatos de resistencia en todas las temporalidades. Relatos que por orales, por pertenecer a lenguas que no son las imperiales -por caso el supuesto “Español”-, no ingresan al canon nacional -y mucho menos al escolar- si no es en forma de literatura menor, en forma de leyenda, de pequeño relato; casi –románticamente- rebajados a una mera locución sin valor cultural y estético porque presentan una interpretación del mundo en contrapunto con la supuesta civilización.
Ahora bien, estos relatos del pasado -que a veces ingresan como muestreo de otras formas de expresión– de ningún modo tienen en cuenta la idea de Voz Propia que en la actualidad estos mismos grupos sociales en resistencia y en defensa de sus derechos más elementales -como son la vida, el territorio, el agua, la alimentación, la cultura- continúan amparando para sostener su digna supervivencia, su derecho de ser y existir frente al saqueo, primero de los imperios, pero también de los estados, de los poderes económicos y del mismo capitalismo.
De estos textos nos ocuparemos. Y de cómo La vuelta del malón, sigue siendo reprimida aún en nuestros tiempos por los estados nacionales, pero –y mal que pese al poder- vuelve, como acto ético y de vida frente a tanta muerte.
(…)Inche mülleken tüva mu Inche ñamün ta iñ vente rüpü Inche allkütükay ta iñ ülkantü mapu Chem tami lipang mi pirpoviñ vey ngütrümün Rüpü kalliuengun veyengün layngüy Inche wiñotun ta ruka. Inche iñ kawellu yelengun mu (…)ii
Podemos pensar el caso de los discursos y cartas del Subcomandante Marcos en su lucha por los derechos de los campesinos mejicanos y la reelaboración que, por ejemplo, hace Pedro Lemebel de su semblanza. Hay allí, entonces, literatura.
También, el Proyecto Rosa, dispositivo multimedial colombiano de La silla vacía, a través de la crónica literaria y el periodismo performativos, que intenta visibilizar la permanencia de las luchas y nombrar a las víctimas de la resistencia por la conservación de sus tierras.
La pervivencia de las etnias en nuestra Patria Grande y en Argentina se sostiene en luchas colectivas por el territorio que no han cesado y, sin embrago, se renuevan cada vez. Regenerándose, tenazmente, en las letras.
En Argentina, algunos de ellos, conviven en nuestras ciudades manteniendo su propio lenguaje y produciendo literatura -como es el caso de los textos que se encuentran en el material de clase de la colección Con nuestra propia voz-; otros, hacinados y expulsados a villas miserias y en barrios periféricos de las grandes urbes por falta de territorio, cuentan y cantan produciendo dobleces en la lengua franca al crear y construir neologismos que mezclan ese castellano con las lenguas originarias, produciendo palabras nuevas -como es el caso de David Iñaquir-, entre otros.
Entonces, los invitamos a acercarse a algunos de estos textos que se proponen para repensar nuestro lugar en el entramado occidental por la defensa de los derechos humanos de etnias que resisten, cuentan y cantan aún en nuestra contemporaneidad.
De algún modo, estos mismos ejes, mutarán a lo largo de los distintos momentos, reconvirtiendo estas configuraciones desde la idea de indio a la de pobre, cabecita negra o subversivo. Y de eso se trata; las luchas contra el poder aniquilador de las subjetividades en defensa de la dignidad por tener el derecho de ser.
i Me declaro vivo Soy el Presente que avanza!!! Soy Mapuche por antepasados!!! Soy Memoria por convicción!!! Causa, efecto, lucha y razón. (Fabio Inalef Poeta y educador intercultural Organización mapuche “Kallfü Mapu” Ciudad de Neuquén – Puel Mapu Provincia de Neuquén).
ii Yo solía estar ahí. Me pierdo en los caminos, escucho el sonido de la tierra, que con los brazos en alto grita; el camino que han dejado los que murieron. He vuelto a casa. Mi caballo me ha llevado. (Marcela Blanco Autora de canciones en ranquel Santa Rosa Provincia de La Pampa).
Bibliografía Obligatoria
Ministerio de Educación de la Nación. (2015). Plan Nacional de Lectura. Con nuestra voz, estamos. CABA.
VER MATERIALMinisterio de Educación de la Nación (2015). Plan Nacional de Lectura. Con nuestra voz, recordamos. CABA
VER MATERIALSubcomandante Marcos. (2014). Transcripción del discurso: Entre la luz y la sombra. Chiapas.
VER MATERIALLemebel, P. (1996). Loco afán. Crónicas de sidario. Aquellos ojos verdes. Santiago de Chile. LOM.
VER MATERIALAñiquir, D. (2017). Mapurbe. Recopilación. Disponible en:
VER MATERIALGutiérrez De Angelis, M. (2017). La vuelta del malón. Cultura visual y violencia estatal en Argentina, e-imagen Revista 2.0, Nº 4, Sans Soleil Ediciones, España-Argentina. Disponible en:
VER MATERIALBibliografía de referencia
Cornejo Polar, A. (1994). Escribir en el aire: ensayo sobre la heterogeneidad sociocultural en las literaturas andinas. Disponible en:
VER MATERIALDussel, E. (1994). 1492: el encubrimiento del otro: hacia el origen del mito de la modernidad. CLACSO. Disponible en:
VER MATERIALTodorov, T. (1982). La conquista de América: el problema del otro. Disponible en:
VER MATERIALClase 2
EJE 2: Campo popular y literatura: monstruos, espectros y animales.
- La construcción del otro nacional y el campo popular en la literatura.
- Tensiones entre ideologemas de clase y representaciones colectivas
- Lo siniestro fantasmagórico, monstruoso y animal.
- La contemporaneidad de las antinomias fundantes.
Presentación de la clase
Retomando el planteo iniciado en el eje previo -sobre una europeización que divide al ser humano en categorías- podemos sostener que, desde los comienzos de nuestra literatura, se han enunciado las antinomias que marcaron a fuego la ideología de nuestro país. El ideologema sarmientino Civilización/Barbarie, hará estallar su significado en los cuerpos y en el cuerpo mismo de la escritura.
Viñas sostuvo que la literatura argentina comenzó con una violación; el cuerpo ultrajado y sangrante del unitario en “El Matadero” inauguraba así el ciclo de violencia que marcaría a fuego a nuestras letras y a nuestro país. De este modo se construye en la literatura un mito fundacional que invierte los reales del par: aquellos que violaron a los indígenas -producto de lo cual en parte surge el mestizaje-, mataron a millones de pobladores originarios y saquearon los recursos naturales, perpetrando así una verdadera violación y, a su vez, son los que se enuncian como herederos de la cultura y la verdadera civilización.
Ésta es la línea ficcional de la literatura argentina que -como en un macabro juego de espejos- devuelve una imagen invertida a la vez que deforme. Observamos en el texto de Echeverría que, por un lado, la violencia que se ejerce es hacia el unitario; por el otro, la violencia en los otros cuerpos de la escritura -los de los federales- que se presentan como lo salvaje-animal, se manifiesta simbólicamente en una masa abyecta sin palabra y sin identidad individual.
Bestias que se mueven en una densa orgía carnificina, mezcladas con barro, mierda y sangre; para el unitario será la palabra, hablará en nombre de la razón; él es un mártir que encarna a la “civilización”; y para el federal, la barbarie animalizada silente.
Ya con el apogeo del estado liberal, otros serán los nuevos “otros” de la literatura: el inmigrante, la chusma, la plebe ultramarina portadora de vicios, que lleva “en la sangre” -como titularía Cambaceres a su novela- la enfermedad y la perversión.
Proletarios hacinados en los conventillos, que arrastran consigo el “germen” del anarquismo y el socialismo, y que poblarán con sus miserables vidas las páginas de los periódicos que atestiguan sus revueltas y sus luchas.
Tras décadas del P.A.N en el poder -partido que representa el conservadurismo en nuestro país-, emergerá un nuevo movimiento que visibilizara consigo un “otro” marcado por una fecha: el 17 de octubre de 1945. Desde ese día, el campo popular no será el mismo en la nación.
Miles de trabajadores y trabajadoras venidos de los barrios más humildes de la capital, del Gran Buenos Aires y del interior del país se reunieron en la Plaza de Mayo para pedir por la liberación del Coronel, quien desde la Secretaria de Trabajo y Previsión, impartió una serie de derechos que, por vez primera, les eran reconocidos a los trabajadores.
Estas personas que esperaban vivando con gozo el nombre de Perón, llegaban en columnas a uno de los bastiones de la tildada y civilizada Buenos Aires: la Plaza de Mayo. Las mujeres bañaban a sus niños en la fuente de la plaza y los adultos se mojaban los pies para refrescarse por el agobiante calor. Ese día fue recordado como el día de “las patas en la fuente”. Los diarios de la época llamaron a lo acontecido “aluvión zoológico”. El pathos de la indignación y el asco fue tomando forma y nombre hacia un nuevo otro: ellos, los monos, los negros, los cabecitas.
El peronismo y el antiperonismo fueron configurando un escenario maniqueo en nuestro país; el inconsciente colectivo se plagó de mitos fundantes, doxa e ideología: el banco central donde se tropezaba con el oro, los pisos de parqué de las casas regaladas que servían para prender el asado en otras nuevas fiestas carnificinas -como aquellas otras, las del Matadero-.
Es en este periodo histórico/cultural en el que nos vamos a centrar: la violencia en la construcción de un ethos bárbaro y animal; otro moreno y aindiado que invade y mancha con su color y su calor (pasión/instinto) todo lo que toca.
El peronismo y sus seguidores pasaron a ser esa “cosa” molesta y pringosa que sólo sabe de goce, derroche y despilfarro. Flujo de deseos, instinto y pulsión pantagruélica que absorta, asusta y fascina a ese “otro civilizado” que lo nombra y construye, además, desde la literatura.
En este sentido podemos pensar que la ciudad letrada y la continuación de la literatura argentina construyen su vínculo con el campo popular de manera siniestra.
Freud definió lo siniestro como aquello inquietante y aterrador a la vez que cercano y familiar; eso que se esconde, oculta y reprime en el interior, ya que posee una fuerza temida, poderosa y fascinante a la vez.
En este juego de duales “la barbarie” será narrada con estereotipos negativos, abyectos y aterradores frente a “la civilización” que, además de contar al otro, se cuenta -desde un comienzo- como lo seguro, genuino y superador.
Esta dicotomía Civilización/Barbarie se convertirá en la verdadera grieta que llega hasta nuestros días, y que eclosiona en su forma más atroz en la última dictadura militar.
En Bestiario, Julio Cortázar incluye dos cuentos que podemos analizar en base a la mirada propuesta; estos son: “Casa Tomada “y “Las puertas del cielo”. En el primero, desde la teoría literaria. se produjo -como uno de los acercamientos posibles- una lectura en clave político-ideológica; como alegoría del terror que causó en cierta clase, el ingreso del peronismo a modo de movimiento popular en el poder.
El cuento relata la acomodada vida de dos hermanos, un hombre y una mujer, que conviven en su casa apaciblemente. Muchas son las huellas de clase que se pueden rastrear en el texto: el hermano, quien narra el relato, menciona su marcada preferencia hacia la literatura francesa, la cual funciona como signo fundante de cultura y civilización desde los inicios de la literatura argentina. Poco a poco la paz de la casa –país- se verá amenazada por el ingreso de señales, sonidos, que terminan apoderándose de la misma. La condición de siniestro se presenta; aquello insoportable, aquello innombrable, inmaterial, reprimido, insistentemente escondido deviene fantasmagoría que lo inunda y abarca todo lo anteriormente seguro y conocido, la psiquis, la casa, el país.
En Las puertas del cielo, a diferencia de Casa Tomada, lo ominoso adquirirá sustancia y recibirá un nombre: “los monstruos”. Así llamará el narrador, el doctor Hardoy, a las personas pertenecientes a la clase popular que son por él observados, hasta estudiados, en forma obsesiva, minuciosa y despectiva cuando asiste a sus bailes, sus milongas, “su mundo”, parafraseando el texto:
“Los monstruos asoman con las once de la noche, bajan de regiones vagas de la ciudad, las mujeres casi enanas y achinadas, los tipos como javaneses o mocovíes, el pelo duro peinado con fatiga, jopos enormes y amariconados sin nada que ver con la cara brutal más abajo, el gesto de agresión disponible y esperando su hora.”
La violencia que se denuncia en el gesto de los monstruos, como inherente y natural, como biológicamente instalada en una clase socio-económica–cultural, no hace más que echar luz sobre la violencia que desborda en la escritura, en cada descripción del relato, en la construcción despectiva, arbitraria e insultante de un otro monstruoso. El narrador habla en nombre de su clase, en un discurso que mezcla el asco, la ironía, la jocosidad y, de a momentos, la absorta fascinación.
En el texto El piquete, de Hernán Vanoli, se relata un acontecimiento cercano en nuestra historia: el conflicto que se suscitó en el año 2008 entre los sectores que representan al campo, por un lado, y al gobierno argentino, por el otro. Si bien la historia se centra en derredor de distintos personajes que asisten a un coto de caza, emerge densamente como trasfondo el suceso que hizo estallar las opiniones y las conciencias de un lado y del otro en nuestro país, dejando al desnudo posicionamientos antagónicos que rebasaban a la protesta en sí misma.
Los personajes -hasta los extranjeros- toman partido sobre el conflicto que divide y desenmascara procesos, versiones y visiones socio-históricas-culturales y económicas sobre nuestro país. La proclama de esos tiempos “todos somos el campo” disparó el debate. Develó así poderes dentro del poder y separó las aguas. Todos somos el campo, el nosotros inclusivo permeó en gran parte de la sociedad. La consigna se repetía y en algunos hizo emerger la pregunta: si todos somos el campo, ¿es que es de todos el campo?
Difícil “leer” el conflicto como una lucha de clases, el texto no lo permite, mientras sí nos obliga a confrontar/nos. Una enfermera insultando y un policía que vocifera con una voz preñada de odio: Yegua/ puta, montonera, vieja de mierda. Y otra vez lo animal y -otra vez- la carga sobre el género que, ya por conocidas, resultan naturalizadas. Eva igualmente era una yegua/puta en el decir de un sector de nuestro país, y así también se problematiza su imagen proyectada desde la literatura.
El texto dispara sobre sobre los cuerpos -hay heridos de bala- y dispara preguntas sobre quienes nos acercamos al cuerpo de la escritura. Es siniestro porque incomoda, es molesto porque parece sencillo y confortable. No obstante hay un ruido que se cuela desde lo profundo: ¿son mirados y contados de igual forma todos los piquetes?, ¿qué dice la prensa de unos y de otros?, ¿qué piensa mi vecina, qué siento yo?, ¿qué se pone en juego cuando veo a un niño rubio agitando una bandera argentina en un piquete rural y cuando veo a un niño morocho de algún movimiento social?, ¿es que hay niños que son “más niños?, ¿es que hay hechos que son bárbaros si los producen unos pero devienen gestas patrióticas si los realizan otros?, tal como al inicio de nuestra historia.
Debido a su casi presente histórico, es que este texto resulta interesante a la vez que molesto. Invita a seguir pensando más allá de la superficie, a confrontar con nuestras propias certezas para deconstruir discursos buscando desnaturaliza, pensar y pensarnos; también, desde la literatura que -como sabemos- crea mundos y realidades a la vez que nos ayuda a interrogarnos sobre las mismas. Es por lo dicho que los invitamos a leer los textos mencionados que, entre otros, nos interpelan para seguir pensando-nos.
Bibliografía Obligatoria
Cortázar, J. (1962) “Casa Tomada”, Bestiario .Buenos Aires: Sudamericana. Disponible en:
VER MATERIALCortázar, J. (1962) “Las puertas del cielo”, Bestiario. Buenos Aires: Sudamericana. Disponible en:
VER MATERIALVanoli, H. (2015). El Piquete. Buenos Aires: Ministerio de la Nación. Disponible en:
VER MATERIALBibliografía de referencia
- Echeverría, E. (2003). La cautiva/El matadero. Buenos Aires: Colihue.
- Freud, S. (1988). “Lo siniestro”, Obras completas, Vol.13.Buenos Aires: Hyspamérica.
- Rosano, S. (2006). Rostros y máscaras de Eva Perón .Imaginario populista y representación Rosario: Beatriz Viterbo Editora.
Clase 3
EJE 3: Dictadura y Exilio: Ahí donde se llega cuando se va a fondo, hasta el hueso.
- Estado y violencia: el extermino del otro.
- La escritura del trauma.
- La experiencia del horror en la infancia.
- Testimonio y memoria.
Presentación de la clase
Como hemos visto, ya en sus orígenes, y una vez derrotado el poder colonial español (después hubo otros: el inglés, el norteamericano, por ejemplo), nuestro país se constituyó en escenario de permanentes controversias ideológicas, de tensiones y de luchas fratricidas por el poder político desde el cual poder pensar, construir y dirigir los destinos de la nueva república. Miradas y perspectivas antagónicas que, en el campo político, se cristalizaron en dos facciones, dos bandos, que dirimieron sus profundas diferencias mediante el uso de la violencia. Un campo político entendido no sólo como un espacio de institucionalidad y de gobernabilidad, sino -y sobre todo- como un territorio de disputa simbólica y cultural para la constitución de nuevas subjetividades –más europeizadas- y la legitimación de la naciente identidad nacional.
Fue Sarmiento, en el siglo XIX, con su Facundo y su célebre frase “Bárbaros, las ideas no se matan”, el primer intelectual en anticipar discursivamente la nueva nación, poniendo en evidencia su férrea convicción de que el combate político, necesariamente, implicaba -imbricadamente- la batalla en el campo de lo simbólico, en pos de la construcción de un relato que le dé legitimidad al poder de turno.
Desde su emblemática fórmula Civilización y Barbarie, este gran escritor argentino, intelectual y funcionario público, nos dio la clave a partir de la cual interpretar nuestros derroteros políticos e imaginarios literarios, no sólo de nuestra historia pasada sino también del presente. Una fórmula dicotómica preñada de una violencia solapada e invisible, en tanto conllevaba la necesidad de un proyecto civilizatorio que, a toda costa, debía imponerse, incluso mediante el uso extremo de la violencia, para dejar atrás la barbarie que impedía el progreso del país.
Y fue ya desde ese momento fundacional de la patria que nuestra literatura dio cuenta, con sus profusas producciones ficcionales, del complejo y perdurable vínculo entre política, literatura y violencia. Esa potencialidad discursiva vislumbrada por el “Padre del aula” en 1845, sin dudas, fue la que siempre habilitó nuevos modos y estrategias para representar la violencia emergente a lo largo de toda nuestra historia, incluso aquélla de dimensiones extremas, como la ejercida por el propio estado durante el último Golpe cívico-militar de 1976-1983.
¿Cómo narrar el horror? ¿Cómo alcanzar con las palabras el sentido de una experiencia extrema? ¿Es posible compatibilizar el orden fáctico con el orden de los discursos para narrar lo atroz y la violencia superlativa? ¿Puede un texto ficcional desafiar el silencio amordazador y el olvido impuestos por el Terrorismo de Estado? ¿Cómo desafiar los modos del terror?
Y de estos interrogantes nos ocuparemos en este eje, proponiéndoles un itinerario que parte del reconocimiento de que tanto la literatura nacional como la del resto a América Latina supieron construir diversas estrategias discursivas frente a la censura, a la represión, a la muerte, a las torturas y a las desapariciones forzadas de personas. Ficciones que de ningún modo entendemos aquí como opuestas a la “verdad”, sino como acontecimientos que la producen e inciden en ella.
Proponemos, entonces, empezar nuestro recorrido por la lectura de una obra dramática de la renombrada Griselda Gambaro: El campo (1968). Pieza teatral que fue estrenada a fines de los años sesenta y se refiere al nazismo y a su política de exterminio en los campos de concentración, pero cuyo reestreno se produjo en agosto de 1984, en el recientemente abierto espacio posdictatorial, habilitando su reinterpretación en relación a los campos clandestinos de detención y exterminio vernáculos.
Sabemos que la dictadura no sólo reprimió cuerpos; también arrasó con los discursos y los lenguajes, condenándolos a circular en la clandestinidad o directamente haciéndolos desaparecer. El retorno a la democracia, a partir del año 1983, entre otras cosas, produjo una puesta en valor de intelectuales, artistas y escritorxs disidentes que se empeñaron en salvaguardar la memoria; y Gambaro fue parte de ese grupo. Una escritora que no sólo resolvió magníficamente el modo de representar la violencia en el plano del arte, sino también logró interpelar con su obra, tenazmente, a sus lectorxs y espectadorxs, en tanto “cómplices necesarixs de esa barbarie institucionalizada.
En un clima siniestro (lo familiar-desconocido), cargado de crueldad velada, El campo comienza con la llegada de un joven contador, Martín, a una entrevista para ocupar un puesto de “trabajo” vacante. Su potencial jefe, Franco, lo recibe dándole un trato muy cordial y ameno, aunque vestido con un uniforme nazi. El anonadamiento y la confusión inicial del joven, provocado por preguntas sobre si era judío o comunista, sumado a sospechosos ruidos, a gritos y sonidos, a la existencia de dibujos de niños desparramados por toda la oficina en la que tenía lugar la entrevista, a un persistente olor a carne quemada que provenía del exterior y a la entrada en escena de la tercera protagonista, la joven Emma, una supuesta concertista de piano famosa, pero que tenía la cabeza rapada, el cuerpo sucio, cubierto de harapos y sus manos estragadas, son algunos de los indicios que nos hacen pensar que, en realidad, estamos participando, junto con los protagonistas de la historia, de una burda e ineficaz farsa, que intenta ocultar lo que realmente ocurre: estamos en las entrañas de un campo de exterminio.
La duplicidad de los hechos, de las palabras, de la apariencia de los personajes y de los espacios van adentrándonos en un clima opresivo y siniestro casi intolerable, y exponiendo -parafraseando a la guionista, docente e investigadora Alejandra Varela- una de las características más básicas del poder: su capacidad de trastocar el sentido de lo que resulta evidente.
Con una novela escrita desde el exilio en México, Noé Jitrik, Limbo (1989), nos invita a introducirnos en una historia circular y fragmentada que avanza a lo largo de 46 capítulos, cuyos títulos “Interior”, “Ocaso” y “Fantasma” se van alternando, según tengan como protagonista a los diferentes integrantes de la familia: Matías, Elisa o Enrique.
Limbo narra las atrocidades del genocidio del último golpe cívico-militar-eclesiástico y pone en primer plano, en clave onírica y pesadillesca, el trauma del exilio y los efectos que produce el destierro en los miembros de una familia que intenta vivir en un país al que no se adapta del todo, lejos de sus familiares y amigos, con la incertidumbre de no saber qué pasó con algunos de ellos. Cada uno de los protagonistas experimenta el exilio como una especie de caos permanente en el que se suscitan situaciones que no se sabe si son reales, imaginarias o producto de los sueños, y que van tejiendo un clima opresivo que se apodera lentamente de los personajes y también de los lectores.
El momento de mayor intensidad de la novela lo constituyen los dichos del militar que, azarosamente, comparte el mismo vuelo con Elisa, quien viaja a Buenos Aires -por primera vez desde que terminó la dictadura-, para ocuparse de cuestiones de orden práctico pero también para saber qué ha pasado con sus amigos. En su relato, despojado de todo sentimiento de culpa, el represor cuenta –monologa- con lujo de detalles la “razón de ser” de la dictadura y expone las concepciones que sustentaban todos los ideólogos que, como él, actuaban en los centros clandestinos de detención. Concepciones ideológicas que denotan el profundo proceso de deshumanización que subyace o está implícito en el accionar de los represores.
Dos veces junio (2002), también denuncia la deshumanización. De hecho, esta novela empieza con una pregunta que da cuenta de la “naturalización” de la violencia y la tortura en tiempos de dictadura: “¿A qué edad se puede empesar a torturar a un niño?”, interrogante leído por un conscripto -narrador de la historia- que sólo repara en el error de ortografía de la frase, pero no se cuestiona sobre la extraña presencia de un niño en un centro clandestino de detención ni tampoco que éste pueda ser torturado. Su único remordimiento fue que él, un “subordinado”, se hubiese atrevido a corregir la transgresión ortográfica de un “superior”, sustituyendo la “ese” por “zeta”, mostrando, asimismo, cómo se suspende cualquier juicio crítico o moral ante el acatamiento irrestricto de la autoridad -¿obediencia debida?-, el colaboracionismo y la autocensura promovida por la propaganda estatal.
En Dos veces junio Martín Kohan nos presenta un narrador protagonista que cuenta la historia de cuatro familias triangulares: la propia; la del Doctor Mesiano (su superior, capitán del ejército argentino); la de la detenida-torturada-desaparecida y la de la hermana del capitán. Cuatro familias marcadas, afectadas directamente por los acontecimientos históricos de nuestro país (la Guerra de Malvinas, por ejemplo) entre dos mundiales de fútbol (junio 1978- junio 1982), cuyas historias ponen en evidencia la violencia extrema que sufrieron especialmente las mujeres y una contundente denuncia de la existencia de un plan sistemático de apropiación de niños por parte de los genocidas.
Tal vez, aquí resulte significativa la lectura de La casa de los conejos (2007) de Laura Alcoba, una novela testimonial que reconstruye la memoria de una niña de siete años y nos introduce en el clima de tensión, incertidumbre y ansiedad que se respiraba, a comienzos de la dictadura, en una casa de la ciudad de La Plata, pues en ella funcionaba una imprenta, camuflada de “criadero de conejos”, en la que se imprimía, clandestinamente, el periódico Evita Montonera, que circulaba entre lxs militantes de la organización a la que pertenecían sus padres: Montoneros. “Voy a evocar al fin toda aquella locura argentina, todos aquellos seres arrebatados por la violencia. Me he decidido, porque muy a menudo pienso en los muertos, pero también porque ahora sé que no hay que olvidarse de los vivos. Más aún: estoy convencida de que es imprescindible pensar en ellos. Esforzarse por hacerles, también a ellos, un lugar. Esto es lo que he tardado tanto en comprender, Diana. Sin duda por eso he demorado tanto.” Aparecida (2015), de Marta Dillon, reconocida periodista y activista feminista de nuestro país, también relata, en clave autobiográfica-testimonial, el proceso de conmoción que se desencadena en ella -y en su familia también- cuando recibe la noticia de la aparición de los restos de su madre, Marta Taboada, quien había sido secuestrada y desaparecida en octubre de 1976 por las fuerzas militares, cuando ella tenía apenas 10 años de edad. Con una forma discursiva muy particular, mezcla de escritura autógrafa, diario íntimo, testimonio, documental, discurso poético y crónica -que en todo momento desdibuja los límites entre lo privado y lo público, lo singular y lo colectivo, lo personal y lo político- y desde la evocación amorosa de su madre, tejida a partir de los recuerdos de su voz, su leche, sus miradas, sus brazos, su ropa, sus palabras y algunas viejas fotografías, Marta Dillon logra “restituir” aquel cuerpo añorado, del que sólo quedan “cuatro huesos y una calavera con su maxilar inferior encastrado”, para, por fin, poder darle sepultura. Aparecida, un homenaje a la tenaz lucha de los organismos de derechos humanos de nuestro país y a la ardua y relevante tarea del Equipo Argentino de Antropología Forense.
Bibliografía Obligatoria
Gambaro, G. (2011). “El campo”. Teatro reunido 1. Buenos Aires: Ediciones de la Flor.
VER MATERIALJitrik, N. (2017). Limbo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Final Abierto.
VER MATERIALKohan, M. (2002). Dos veces junio. Buenos Aires: Sudamericana.
VER MATERIALAlcoba, L. (2014). La casa de los conejos. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Edhasa.
VER MATERIALDillon, M. (2017). Aparecida. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Sudamericana.
VER MATERIALBibliografía de referencia
- Viñas, D. (2010). Literatura argentina siglo XX. De Alfonsín al Menemato (1983-2001). Buenos Aires: Paradiso Ediciones y Fundación Crónica General. Págs 20-26.
- Jitrik, N. (Director de la obra); Monteleone, J. (Director del volumen). (2018). Historia Crítica de la Literatura Argentina. Una Literatura en aflicción, Tomo 12. Buenos Aires: Emecé Editores. Págs. 7-90.
- Balderston, D. y otros. (1987). Ficción y política. La narrativa argentina durante el proceso militar. Alianza; Institute for Study of ideologies & Literature, University of Minnesota. Págs. 11-52.
- CONADEP. (2012). Nunca Más. Buenos Aires: Eudeba.
- Ansolabehere, P. (2019). Clase Nro. 3: Violencia, Estado, Política. Literatura argentina: cuatro recorridos. Buenos Aires: Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Técnica.
Clase 4
EJE 4: El cine como espejo. Resistir desde las imágenes.
- La narrativa cinematográfica del otro.
- La comunicación audiovisual y la cultura nacional.
- Estereotipos negativos y visiones del campo popular.
- El control de la propia imagen en el mundo contemporáneo.
Presentación de la clase
Desde el mismo momento en que el hombre ha podido capturar una imagen, hemos podido ser testigo de la historia de manera audiovisual. Pudimos “estar sin estar” en ese devenir que nos hace partícipes y actores de cada instante, aunque el espectador no tenga conocimientos específicos de técnicas y recursos cinematográficas. Es más, podemos nosotros mismos contar nuestra realidad y hacer partícipes a otros.
La importancia del cine documental en nuestra historia ha sido fundamental y fundacional, ya sea para reconocer y reconocernos en el otro, para construir subjetividades o para guardar, en nuestros oídos, la voz de quien fue y hoy ya no es.
Para comenzar este recorrido literario-audiovisual es necesario que miremos la historia reconociendo nuestras propias geografías y empezar a desandar nuestras raíces. Resulta imperioso retomar la idea de “aniquilación despiadada” que se vierte en el EJE N° 1, para poner en debate ¿qué sabemos de los Pueblos Originarios?, ¿qué nos cuentan los libros y la historia “oficial” sobre ellos? y, fundamental, ¿quiénes somos?
Para dar inicio a este recorrido, las y los invitamos a compartir este video:
Argentina: exterminio de los pueblos originarios:
Más allá de una mirada crítica de nuestro pasado, intentamos visibilizar las problemáticas sociales, históricas y culturales que, en nombre del desarrollo, han sido postergadas desde el más salvaje de los capitalismos, haciendo desaparecer culturas ancestrales y recortando las poblaciones originarias a un pequeño y minúsculo territorio habitable.
En un análisis más profundo, nos adentraremos en una pintura del autor Ángel Della Valle, “La vuelta del malón”. La obra fue exhibida en una exposición conmemorativa del IV Centenario del Descubrimiento de América, que se organizó en Chicago. El cuadro pudo verse también en Argentina; el lienzo representaba a un malón de indios con todos sus estereotipos. Se puede apreciar en él rostros desencajados, una iglesia profanada y una mujer blanca que acaba de ser secuestrada por el malón.
La representación de Della Valle no se aleja mucho de las obras europeas que reproducían a las tropillas de moros. Como corolario de un argumento de sentido y justificación simbólica del exterminio de Roca, dejando sin malones la pampa y exponiendo al indio como un enemigo ya sometido y dominado.
A continuación, proponemos mirar este video; un interesante análisis de la pintura “La vuelta del malón”:
“La vuelta del malón” – La patria a cuadros:
Tensiones: La necesidad nacional de instalar la figura de un BÁRBARO
La literatura y la cultura en Argentina han tenido la necesidad de nombrar siempre a un “bárbaro”. Poner en el eje al indio, luego al gaucho, al inmigrante, a los trabajadores y trabajadoras que han luchado y luchan por sus derechos, a los militantes… Nombra la necesidad de idear y construir a un bárbaro.
1920 no fue la excepción de esa construcción. De la lucha de trabajadores, surge una película que pasará a la inmortalidad dentro de los cánones del cine argentino. “La Patagonia rebelde” (1974) dirigida por Héctor Olivera, basada en el magistral libro histórico–testimonial de no ficción de Osvaldo Bayer, “Los vengadores de la Patagonia trágica” (dividido en cuatro tomos entre 1972 y 1974).
Vamos a compartir a continuación esta famosa y aplaudida película. No tenemos dudas que no puede quedar fuera de este recorrido. Luego, retomaremos la idea de “bárbaro”.
La Patagonia rebelde:
En esta construcción colectiva y comunitaria de la memoria, se hace indispensable el cine testimonial y documental como constituyente de la misma. Es de gran impacto emocional poder ver y escuchar a los protagonistas, testigos o descendientes directos narrar los hechos, mostrar fotos, compartir audios, documentos y todo lo que acompañe a la investigación. Repensando la idea de que la memoria es inherente al aprendizaje, debemos poner en valor algunos cortometrajes o mediometrajes de investigación. Se hace indispensable compartir este documental:
La Patagonia rebelde. Memorias del viento:
El peronismo y una pasión cinematográfica:
En este recorrido literario y cinematográfico, hemos abordado en los ejes anteriores, y como una idea tatuada a fuego en el imaginario, la figura del bárbaro. Esa ruptura recuperada en estas últimas décadas hace libre de espíritu a quienes han fundado este territorio argentino, más no los libera de las torturas y ultrajes. Es por ello, que necesitamos reencontrarnos en espacios que puedan visibilizar estas aniquiladoras prácticas y coincidir en la idea de una nación libre de violaciones a los derechos humanos.
Es menester recuperar la letra, pero también la imagen perdida del “otro”. Y ese “otro” será nombrado y reconocido en un tiempo de país asociado a una prosa afiebrada y popular.
Hugo Caamaño nos mete de cabezas en este período de la historia en el que el cine y la literatura han sido generosos, productivos, elocuentes y dice:
Oigo el bastón de Borges que se acerca
y se dirige vacilante hacia el sur.
Le perdono a él que sabe tanto
Lo que ignora con odio de nosotros.
El peronismo ha sido abordado de formas diversas en la literatura; el cine ha hecho lo propio. Recupera en sus imágenes una narrativa plebeya, inundada de barrios, y empieza a aflorar el cuerpo de esta nación. En la otredad reconocimos al albañil, al pintor, al verdulero, al militante barrial, al jornalero, y encontramos la palabra “derechos” en las voces de las mujeres. Una muestra de ello es la milonga “La descamisada” (1951), de Nelly Omar. Es una muestra absoluta de militancia y un homenaje a Eva por su incansable trabajo para reconocer los derechos de las mujeres en esa memoria crucial del desamparo.
Con la misma fuerza encontramos “El niño proletario” de Osvaldo Lamborghini en este audiolibro:
Querer escribir sobre Peronismo es volver sobre lo ya dicho, lo ya escrito. Sus escritores más populares cercanos han descrito a la perfección el devenir cotidiano de la época más debatida de la historia argentina.
En esa inagotable fuente de recursos nos encontramos con “Cabecita negra”, de Germán Rozenmacher:
Reconstruir una mirada sobre la violencia.
Un tópico ineludible es la violación sistemática de los derechos humanos durante la dictadura cívico-militar-eclesiástica entre los años 1976 y 1983. Nos encontraremos en el EJE N° 3 con sugerencias de lecturas que no están ajenas a la producción audiovisual. En la literatura universal podemos encontrar un sinnúmero de relatos que nos refieren a los derechos humanos. Franz Kafka en El Proceso narra las desventuras del señor Joseph K, quien es arrestado una mañana. En el curso del proceso judicial que se inicia en su contra no sabrá nunca de qué se lo acusa, qué derechos tiene, quiénes son sus jueces, cuál es su delito, de qué debe defenderse. El argumento se explica por sí solo: es una dilatada narración del funcionamiento de la justicia, cuyos estragos aún padecemos.
Como dice este capítulo de FILOSOFÍA AQUÍ Y AHORA, debemos “pensar por nosotros mismos”. Las y los invitamos a “repensarnos” desde Rodolfo Walsh y su compromiso como periodista e investigador:
“HAY UN FUSILADO QUE VIVE” la frase fundacional de lo que sería esta novela de “no ficción periodística” se hace ineludiblemente película:
Se puede acceder al link desde aquí: OPERACIÓN MASACRE
Este recorrido acotado de películas y documentales nos aporta herramientas de un repositorio audiovisual interminable, en el que hemos recogido algunos de esos títulos a modo de ejemplos.
Nos queremos despedir con una película del año 2010, “También la lluvia”, del director Icíar Bollaín. Como un “rezo” aparece la frase: “No te dirá la Historia lo que tienes que hacer, pero sí lo que debes evitar”. En ella se pone de manifiesto el brutal aspecto genocida de la conquista.
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