Trabajos para una sociedad justa, incluyente, democrática y participativa

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Reflexiones

Muchas preguntas sobre la autoridad, las agresiones, la obediencia y la formación de los maestros en nuestra ciudad

Sin respuesta todavía
Por Adriana Irene Ferraris
La Rioja
Abril de 2014
¿Qué se hace cuándo las autoridades reprimen a los jóvenes para que dejen de “molestar” con sus reclamos?
Tanto para los padres como para los docentes y para los futuros docentes una de las cuestiones que más nos preocupan y ocupan es el tema de la autoridad. “Los niños y los jóvenes de hoy son difíciles de mantener disciplinados y no se puede dar clases normalmente” dicen muchos. Por eso trabajamos mucho desde la formación de maestros sobre ese problema, que es además uno de los puntos por los que somos más cuestionados por la comunidad.
Los futuros docentes ya saben que no hay autoridad sin legitimidad, esto es el reconocimiento de la validez de la orden por parte del que está bajo nuestro cuidado (y no bajo nuestro pie). También sabemos que los gritos y castigos son contraproducentes y que aunque nos salgan esos modelos de actuar, que tenemos profundamente incorporados, trabajamos para cambiarlos. Los pibes nos dan bola solo cuando saben que lo que decimos es porque los queremos y queremos algo para su propio bien.
Pero qué se hace si en las puertas de un edificio en donde se forman docentes y se debaten estos temas, las futuras maestras son golpeadas, pateadas, degradadas y tratadas como inhumanas, para luego ser exhortadas a continuar estudiando allí, con las mismas faltas de condiciones, si es que no quieren quedar “libres”, perder el año y la posibilidad de recibirse y todos los bla, bla, bla que dan los supuestos adultos responsables. Entonces: ¿Qué se hace?
¿Qué se hace cuando en la puerta de un establecimiento educativo se violan los derechos elementales de las personas? Aquellos derechos humanos que están en la Constitución y que parece que no los conocemos o recordamos.
 “Yo obedezco las órdenes de la autoridad, ¿usted que es docente, no acata órdenes?” me dijo el señor que recibe las denuncias y me quería hacer firmar una copia que no me podía entregar “por orden de mi superior”. ¿Qué se hace entonces cuando los organismos encargados de que se haga justicia no nos puede dar información de cuáles son nuestros derechos y obligaciones y se nos hace firmar con engaños porque así lo “ordenó” la autoridad y los empleados no conocen la ley y solo “acatan órdenes”? A los estudiantes les dicen que no pueden denunciar porque corresponde a la dimensión privada las amenazas, aprietes, malos tratos e injurias que reciben de los policías y autoridades, ni la presión, calumnias, falsedades, difamaciones e injurias de muchos de los medios de comunicación. Yo como docente, acato lo que me dice la ley, y la autoridad es responsable de hacérmela acatar y acatarla igual que yo. En un Estado de Derecho se supone que ser autoridad no implica que los que están bajo mi responsabilidad tienen hacer lo que a mí se me ocurre, sino que soy responsable de que se cumplan las funciones y finalidades institucionales que están escritas en la ley. ¿De dónde sale la idea que cuando soy autoridad puedo hacer que los otros hagan lo que a mí me parece, aunque sea arbitrario e injusto y la ley lo prohíba? ¿Será un anacronismo represivo formado en los tiempos del por algunos parece que añorado… “proceso”?
¿Qué se hace cuando los organismos del estado que tienen que actuar de oficio, no lo hacen, y se quedan esperando que se presenten denuncias por nota firmada (que después los empleados no las reciben diciendo que no se pueden hacer) para que te paralices, porque las represalias a los que ponen la cara después son más crueles, y “no sabés lo que son capaces de hacer estos”? ¿Qué se hace cuando los jueces toman en cuenta las denuncias realizadas por comerciantes presionados por la policía a firmarlas e ignora los reclamos de los futuros docentes?
¿Qué se hace cuando se trabaja durante años en condiciones de hacinamiento y sin los recursos básicos para aprender y se te ponen a hablar “de todo lo que hicieron” con términos altamente técnico-pedagógicos que nadie entiende de que se está hablando, pero que si entendemos que no tiene nada que ver con lo que se tiene que hablar? Y leo a los psicólogos laborales que explican todas las enfermedades y riesgos de enseñar sin condiciones de enseñanza y me digo “con razón me pasaba esto”. Yo creía que era porque vine mal estructurada de nacimiento y no me adapto a la realidad.
¿Qué haces entonces, cuando no te dan respuesta al reclamo de utilizar un espacio que era tuyo pero que ahora “ya no se puede, porque no”, aunque vos veas con tus propios ojos que allí hay actividades que nada tienen que ver con los propósitos que dicen que tiene y más tiene que ver con los anacrónicos proyectos de la pasada década neoliberal del mercado, y que hay mucho espacio en muy buenas condiciones, pero omiten hablar de ello y de dar explicaciones legales, lógicas, históricas, sociales, comerciales o de algún otro tipo?
Todavía creen que nos tenemos que sentir culpables por todo lo que nos pasó, y pensamos que hicimos algo mal, porque los estudiantes son caprichosos y rebeldes, o porque los docentes no fuimos con una contrapropuesta o no mandamos la información cuando tenía que mandarse, o porque lo que sea que sea.
— ¡Eh! ¡Oiga! ¡Usted! ¡No politice la defensa de los Derechos Humanos! Exclamó el portavoz de la autoridad política.
Y me pregunto: ¿cómo desenseño lo enseñado? Porque les enseñe a los futuros maestros que el maestro tiene el poder de incluir o excluir a sus alumnos, y  que debe ejercer su autoridad para garantizar que todos se integren y que como ciudadanos de este país sepan vivir en democracia, participen y fomenten la participación ciudadana en las decisiones que se toman en todos los ámbitos de la vida. Les enseñé que por sobre todo tenemos que integrar a los que menos tienen tal como lo expresa la Ley, y es el deseo de todos (o por lo menos de la mayoría). Les enseñé que emprender acciones para que ello ocurra, era un acto didáctico, pero también y sobre todo, un acto intencionado hacia determinados valores y finalidades, y por lo tanto era un acto político. Yo les expliqué a los futuros docentes que enseñar era un acto profundamente político. Ahora ¿cómo hago para desenseñar lo que enseñé? ¿Cuál es la sugerencia de lo que tengo que enseñar según estos señores?
Puedo seguir con los “que se hace” infinitamente pero justo viene mi marido y me pregunta: “¿Qué es lo que haces?” Está preocupado porque ve que me enfermo de la bronca y de la impotencia. No puedo salir del tema y me enfermo de verdad y de dolor. Esto me quita la posibilidad de disfrutar de la vida y de vivir en paz, “después de todo lo que laburamos en la vida, negra, nos merecemos vivir en paz”, me dice. Y pienso en la familia de mis alumnas, en sus maridos, en sus hijos y en sus padres. ¿Será mejor no luchar contra la fuerza del poder bruto? Nosotros no tenemos el poder de las armas y el garrote. Tampoco la posibilidad de dar o quitar trabajo a las personas.
Me costó mucho ir después de la represión a ese lugar al que hace cinco años me veo diariamente obligada a ir. Finalmente pasé el umbral trágico, y vi a mis compañeros no docentes llorando por los rincones. Vi a mis compañeras emitiendo broncas reprimidas, algunos acusándose entre sí, otros acusando a los estudiantes, otros acusando a los docentes, los docentes acusándose entre sí.
Muchos quieren ocultar lo pasó. Dicen que “el desalojo del acampe fue pacífico” en el lugar que al que defienden con uñas y dientes, omitiendo contar la paliza dada sin previo aviso, unos días antes, que presenciaron y sufrieron casi todos los estudiantes, futuros maestros en la puerta que no les interesa defender a los que quieren ocultar lo vivido. Otros pasan por el costado o cierran las ventanas para no ver. “Hagamos de cuenta que acá no pasó nada” (¿algo habrán hecho?). Como problema del vecino. Como si esto pudiera borrarse de los cuerpos y de la memoria de las personas y seguir como tal cosa. Los chicos rebeldes habrán recibido merecido castigo de los grandes adultos y así aprenderán. ¿Entonces qué hacemos? ¿Volvemos al garrote, la amenaza y al miedo, o al reconocimiento de los otros, de las potencialidades y de las posibilidades, del diálogo y de la integración?


Recuperaremos lo que nos han arrebatado...

Todo lo que perdimos... todo lo que ganamos... 

        Este gobierno provincial nos quitó nuestro lugar: el lugar para formar maestros.
Ahí se reúnen hoy los mercaderes de la "cultura" mal entendida, de la cultura del consumo, de la papa frita y el pochoclo, del regionalismo for export. De la banalidad que muchos aspiran como ideal en esta vida.
Del otro lado, los desalojados, los despojados que siguen resistiendo. Los que la luchan día a día. Por superarse y aprender. Por trabajar en pos de un objetivo valioso para todos: la vida, los niños, la dignidad, el derecho a que todos reciban una educación.
Hoy las chicas del profesorado demostraron que a pesar del desalojo, los oídos sordos de muchos, los que hacen usufructo personal a partir de nuestro despojo, las personas que no valoran el esfuerzo y los logros de los demás, nosotros no bajamos los brazos. Seguiremos peleando porque las cosas que consideramos importantes en esta vida no están con ellos.
Lo que vale la pena y trasciende en este mundo es la lucha por cosas dignas: un niño que se integra al trabajo cotidiano con sus diferencias, que es aceptado por todos y contribuye al grupo y aprende de eso. Niños que opinan sobre cómo les gustaría vivir en su barrio, que son escuchados y que aprenden a escuchar a otros. Maestras que aprenden a marcar límites señalando caminos posibles en donde todos nos respetemos. Niños que trabajan con otros niños y maestras que saben que trabajar con otros maestros en acuerdo es necesario.  Maestras que saben que  aunque las condiciones para que se aprenda no son suficientes, trabajan, piensan, se esfuerzan por sortearlas.
Lograr lo que se tiene bien en claro que tiene que lograr: que todos aprendamos, que todos seamos considerados en nuestras diferencias, en nuestras  particularidades, en nuestras potencialidades.
Hoy seguimos sufriendo la limitación del espacio físico. Brutal. Pero también la superamos. Como superamos la peor limitación que es la de luchar contra las mentes estrechas, las que solo ven en el exitismo personal, la plata, el consumo, lo que me interesa solamente a mi.  A los que tienen oídos sordos a lo que plantean a los demás.
Hoy seguimos en el camino de la recuperación de todo lo que nos hace dignos de vivir. Porque un proyecto CULTURAL es posible.



Es posible un proyecto educativo en nuestra provincia que no sea incompatible con la inclusión y con un proyecto CULTURAL no solo para algunos sino para todos.  
 Recuperaremos el lugar de la educación y de la Formación de los educadores.  

Solo porque además de ser necesario es Justo.

Adriana Ferraris
La Rioja
2012



 Buscando la consolidación de Gobiernos Democráticos y Participativos en los Institutos de Formación Docente 
               Me dijo una vez una estudiante futura docente:

“(…) Uno sigue la corriente y deja de lado sus derechos porque lo que quiere es recibirse. Hay una resignación porque saben que no podés dar tu opinión porque vas a tener algún tipo de… como que te cuesta más. No en el momento, pero después te va a costar el doble, porque cuando tenés que pedir un favor, vas a tener una represalia.”

Sin un espacio donde se pueda disentir, opinar, dialogar, no se pueden desarrollar personas capaces de vivir en democracia. Nuestras instituciones dejan mucho que desear al respecto.
La educación tiene que formar hombres y mujeres democráticos. Aprender a participar, opinar, proponer, dialogar, disentir, acordar. Participar en la construcción de un proyecto de acción compartida con otros. Permitir que las personas se constituyan en seres que toman sus propias determinaciones, realizan propuestas con otros, participan en un proyecto común.
Para que esto sea posible el ámbito tiene que permitir la libertad de expresión. Tiene que permitir el debate, la diferencia, la oposición. Tiene que brindar espacios para la deliberación, la negociación, el acuerdo. Tenemos que saber escuchar, argumentar, expresar, contrargumentar, analizar, estar informado.
Las escuelas argentinas, no suelen ser lugares que posibiliten el desarrollo de estas capacidades. Más bien todo lo contrario: son altamente jerárquicas. Sus decisiones son tomadas por solo algunas personas, y muchas veces solo por una. Se las conduce en forma verticalista. Con conducciones autoritarias en muchos casos. En otros no serán tan autoritarias, pero sí las decisiones que se toman solo son convenientes para algunos, dejándose de lado los intereses de muchos. Las informaciones son solo manejadas por algunos. La palabra de los subordinados no tiene ningún valor, es acallada por la presión y el miedo al castigo, como lo expresa la estudiante en la frase del principio. 
El sistema educativo argentino se fundó como altamente centralizado. Los intentos de descentralización solo ocultaron intereses de ajuste y achicamiento de la función del estado en el ámbito educativo. Se transpasó el sistema a las provincias y se produjo un efecto de recentralización. Las decisiones se toman ahora de forma vertical por los estados provinciales. Las instituciones siguen siendo jerárquicas y verticalistas.

Democratizar nuestras instituciones educativas es una prioridad, una urgencia. Mi propuesta está en el camino hacia la búsqueda de la democratización de la vida en las escuelas.

Adriana Ferraris
La Rioja
2012

2 comentarios:

  1. Querida colega ( así se decía cuando estudiábamos en la Escuela Normal Mixta T.S.M.de Balcarce, en San Rafael Mendoza, año 1.969, año de defunción de los maestros de 5 años, un "simple título secundario. Después vendría Marcos Garcetti, docente rural, que impulsó y batalló hasta conseguir en 1973, que fuésemos Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación, y posteriormente, uno de los principales artífices de la CETERA, tal cual la conocemos hoy. Ahora viene la segunda entrada, la más importante:
    Querida Compañera, así, por lo de docente y así, por lo de compañera., y así de mayúsuculas letras inciales. Eso nada más quería decirte. De vez en cuando me prendo en el Caradelibro y por ahí te adjunto y me prendo a a alguno de tus comentarios. En Fin, un gusto conocerte virtualmente, algún día, sin duda, nos conoceremos personalmente. Ah, en el Feisbuc soy El Locogatti. Pero soy el mismo. Abrazo militante.

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  2. qué gustazo enorme.. querido compañero! sin duda será ese día! Abrazo militante!

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