El libro de Philippe Meirieu, Frankenstein Educador, nos ayuda a comprender la pedagogía moderna. Constituye una crítica a la fabricación del otro, una critica a un docente que ve en el otro una réplica de sí mismo en miniatura. Hoy nos enfrentamos a una reivindicación de la imposición. Al respecto reflexiona el autor:
Este libro fue premonitorio. Hoy vivimos la mundialización de la educación como "adiestramiento tecnológico". La generalidad de las propuestas educativas están centradas en la utilización económica de las competencia con poca insistencia en la la educación como formadora de la persona y de la ciudadanía. Se busca el desarrollo de los mismos procedimientos para producir los mismos modos de hacer. Las comparaciones internacionales están jugando un rol muy fuerte en esto. Es evidente que los industriales, las corporaciones, las patronales quieren hacer de la educación una suerte de empresa de domesticación. La educación no es vista como una formación de ciudadanía solidaria, sino como una suerte de domesticación de las juventudes. Es necesario reaccionar frente a esto. No rechazando en educarlos, ni en formarlos en oficios, ni en darles herramientas para salir adelante en un mundo de competencias, pero sí, estas preparaciones tienen que poder integrarse y completarse en una formación, en un pensamiento crítico y en cooperación. Si no lo hacemos estamos formando sujetos, corriendo el riesgo de transformarlos en robots o en individuos capturados que van a ser proletarizados. Estamos diseñando una utopía horrible proletarizando maestros y alumnos, en donde los seres van a estar al servicio de las máquinas y no las máquinas al servicio de la humanidad.
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