LA PEDAGOGÍA DE LA SOLIDARIDAD
DE PHILIPPE MEIRIEU
Hoy el imperativo educativo, la prioridad pedagógica es educar en la solidaridad.
I - Objeciones que se le hacen a los pedagogos y pedagogas:
A la Pedagogía, a los pedagogos y las pedagogas suelen hacérseles desde la sociología y la psicología un gran objeción: nos hacen creer que en realidad no tenemos mucho poder. Pero esto es falso.
El repliegue sobre sí mismo de las personas en la actualidad representa un gran narcisismo muy exacerbado. Según las investigaciones de muchos sociólogos los y las docentes estamos condenados a un fatalismo sociológico, según el cual los pedagogos y las pedagogas, seríamos impotentes porque trabajamos a una escala en la que no tenemos ninguna injerencia. Sin embargo hoy tenemos un montón de trabajos que permiten dar cuenta de que no estamos condenados al fatalismo, porque en realidad, ya no hay una mirada fatal de lo que está por suceder, ese fatalismo ya es presente, ya llegó.
El trabajo de los y las educadores es revertir esta mirada fatal, es probar que tenemos un poder que podemos aprovechar.
Emergen hoy, una serie de trabajos que tienden a encerrar a las personas y a las experiencias educativas en categorías. Según estas teorías uno heredaría la capacidad de aprender o no según características genéticas. Estas ideas resultan impotetizadoras de nuestra tarea y asocian a la pedagogía con una suerte de medicalización.
La propuesta es que rescatemos el poder que tiene la pedagogía de traspasar, de franquear todas las formas de categorización. Afirmamos que las categorizaciones sobre los individuos son formas provisorias de nombrarlos a partir de algunos síntomas o algunas observaciones puntuales que realizamos sobre ellos. No puede ser nunca, ni de ninguna manera, una forma de encerrarles, de capturarles. Estas caracterizaciones que realizamos de las personas, constituyen solo un momento, en solo una instancia de su desarrollo adonde una característica predominante de su personalidad se vuelve dominante.
Tenemos que luchar, hoy más que nunca, contra todas las tentativas de esencializar procesos que en realidad son una experiencia. No hay que encerar a los individuos en una esencia, porque sería infranqueable para ellos. Sería ponerles en una especie de prisión en su experiencia educativa.
Ningún ser humano puede ser irreductible a su origen o su color de piel. Ningún ser humano puede ser reducido a sus síntomas, a los afectos, a los accidentes que ha vivido a lo largo de su vida. Tampoco nadie es irreductible a su ideología o a su religión. Nadie es irreductible a lo que el otro puede ser o decir de uno mismo.
La condición pedagógica es que las personas siempre pueden franquear aquello que sabe, aquello que categoriza.
En este mundo que tiene tanta tendencia a estas visiones maniqueas que buscan capturas y encerraban a las personas en identidades definitivas.
Los pedagogos y las pedagogas somos quienes justamente podemos hacer la apuesta para que cada ser humano pueda hacer algo diferente respecto de aquello que heredó. Podemos apostar en el poder de la diferencia de cada uno, de manera tal que esta diferencia puede ser manifestada.
En síntesis:
Tenemos que reaccionar con fuerza contra toda tentación de fatalismo. Hoy tenemos el deber educativo esencial de hacer frente a los desafíos de la posmodernidad. Son deberes educativos esenciales.
El primero es el de ayudar a cada individuo a que piense por sí mismo, a que no quede capturado por discurso alguno o por miradas ajenas.
Es necesario que el pedagogo construya situaciones de cooperación, donde el aporte de cada uno sea indispensable para el logro de todos. Situaciones que permitan encarnar la solidaridad.
II- Características de la pedagogía de la de la solidaridad:
Tenemos que dejar pasar estas informaciones maniqueas que parecen venir a colmar todo nuestro deseo de saber, porque en realidad nos están bloqueando el acceso al saber, al aprendizaje. Nos terminan prohibiendo la posibilidad de llevar sobre nosotros mismos esta exigencia de precisión, justeza y verdad, de la cual cada niño y cada niña debe hacer su experiencia. Vivimos en un mundo donde los medios de comunicación difunden permanentemente una multitud de informaciones que pareciera que vinieron a satisfacernos. La escuela al contrario, debería permitir a cada uno poder ir más allá, poder superar estas informaciones fáciles, esos datos tan simplistas la mayoría de las veces.
La primera misión fundamental de la escuela es poder activar en cada estudiante un investigador o investigadora. Una persona que interrogue, que formule cuestionamientos. Hacer que se interrogue a sí mismo y al mundo es la manera que tiene la escuela de formar un ciudadano que sepa participar en debates democráticos.
En la escuela entonces sabemos que muchas veces es la maestra o el maestro el que justamente es capaz de infringir exigencias que el niño interiorice. Puede hacer eso porque está detrás del alumno. Pero si cuando deja de estar con él, este no interiorizó esta exigencia, es que algo falló. El rol de la escuela es poder hacer interiorizar esta exigencia por parte del niño y hacerla que forma parte de sí mismo.
La segunda misión fundamental de la escuela es constituirse, no como un lugar donde cada uno aprende a pensar por sí mismo y nada más, sino en un lugar en donde se alojan singularidades. Justamente lo que los educadores y educadoras van a hacer, es apostar a que cada uno con esa singularidad aporte a todos y todas. Ante todo la escuela es un espacio de reunión, un espacio de compartir saberes. Esto parece simple pero sabemos lo difícil que es. Cada uno llega con su historia, con sus convicciones. Cada uno llega con sus propias riquezas, sus legados, pero también con sus dificultades. Entonces estamos enfrente de una tarea de construir de lo común un "todo juntos", con las diferencias de cada uno tenemos que compartir los mismos saberes. La escuela puede hacerse cargo de esa tarea.
Como en la idea de Platón un suplemento del alma es algo que se va a sumar a los aprendizajes, a los saberes. Al contrario de esta idea la cooperación es la matriz del trabajo escolar.
Todo el trabajo escolar debería recentrarse alrededor de la cooperación. Esta cooperación puede tomar formas muy simples. Por ejemplo:
- La ayuda mutua, recíproca. No solo entre estudiantes, sino con toda la comunidad educativa y el contexto social en el que se encuentre la escuela.
- A través de la repregunta. Interrogarse, criticarse mutuamente para mejorarse. Uno se mejora siempre mediante las críticas de los otros.
- Confrontando los puntos de vista diferentes es lo que nos permite avanzar y mover las representaciones que tenemos sobre el mundo.
- Brindar la experiencia de complementarse es pensar la clase como un gran rompecabezas en el cual cada uno de los y las participantes dispone de una pieza que integrar todo. El todo siempre va a ser un variopinto, va a estar formado por elementos de muy diversas características.
- A través de debates, de discusiones, de una deliberación, una puesta en palabra capaz de construir el "bien común". Discutir diferentes tópicos de la actualidad. Intentar poder despegarse de su propio interés individual y construir todos juntos el bien común.
La cooperación no es algo que surge espontáneamente. Hay que construirla. va a ser gracias al trabajo de pedagogos y docentes que la cooperación pueda efectivamente construirse e instalarse.
No podemos dejar solo al estudiante a que le emane espontáneamente una posibilidad de cooperación y una necesidad de trabajar en común.
Hay que tener mucho cuidado con esas tácticas que terminan apresando a una división del trabajo bastante parecido a la del mundo de los adultos. Es necesario tratar de construir otro tipo de cooperación. Esto implica estar atento a que los roles no se fijan, de manera tal que haya excluidos u verdugos o víctimas y victimarios.
La cooperación tiene que permite acceder a un profesionalismo reflexivo sobre su propia práctica. Implica hacer un lugar vertebral en la institución para que sea la confianza la que pueda aparecer como modo de vínculo y no siempre una relación jerárquica.
La cooperación tuene que darse entonces entre todos los actores de una comunidad educativa para que sean ellos juntos los que puedan construir un ecosistema de conjunto que permita el desarrollo de niños y niñas, brindando otro tipo de herramientas y salidas que sean las de judialización de las relaciones escolares, que es lo que termina sucediendo cuando no se puede establecer instancias de cooperación.
Para poder llegar a esto es necesario que hagamos de la cooperación un proyecto que vuelva tantas veces como sea necesario a su propia cantera, a su propia fabricación y refabricación, para que pueda volverse una alternativa, la verdadera alternativa a la judialización neoliberal. Técnicas que nos arrasan la posibilidad fe vínculo. Una cooperación que podemos hacer existir ya, desde ahora mismo.
III- Principios estructurantes de una escuela de aprendizaje en la cooperación:
- Principio de la Reflexividad: darse tiempo para pensar las acciones, tomar distancia de las representaciones, comprometerse en un proyecto de investigación. Extrañarse de lo que nos resulta muy cercano. Indagarnos a nosotros mismos.
- Principio de la complementariedad: descubrir lo que cada uno específicamente puede aportar en un trabajo en común. Valorar la especificidad de cada uno.
- Principio de rotación de las tareas y de explotación de roles diferentes dentro de un colectivo. Animarse a a explicar tareas diferentes ejercitarlas. Posiciones que sean rotativas, esto implica que pueda hacer la experiencia de qué se trata eso.
- Principio de compromiso u de inclusión: implicación de cada uno en una actividad común. No significa meter a un chico dentro de una clase, sino implicarlo, comprometerlo a que realmente si participación en la clase. Implica un compromiso no solo consigo mismo sino tambien el resto de sus compañeros y docentes. Si no está implicado no va a hacer una experiencia de cooperación.
- Principio de exigencia: rechazar todo tipo de "evaluación Bancarizada" de Paulo Freire, dinamizar el cambio a una evaluación cooperativa, al servicio del crecimiento de cada uno.
La pedagogía de la cooperación solo tiene sentido si también se le agrega el principio de la regulación permanente, según el cual tomamos conciencia dentro de un grupo pero cada uno individualmente de que es la hemos ido aprendiendo, que es lo que que estamos haciendo. El trabajo de reflexividad necesario sobre la propia tarea, trayectoria, recorrido. Qué aprendimos, quién aprendió mejor de esta manera, quien llegó mejor con otro tipo de método, cómo es que podríamos mejorar nuestro trabajo colectivo. La solidaridad no podría existir realmente sino existe esta interrogación en el trabajo colectivo acerca del modo en el que se va a trabajar, y sí el trabajo colectivo no deviene a sí mismo como un objeto de interrogación respecto del modo en que se va trabajando.
Es necesaria la incorporación de este principio que trae la metacognición colectiva. No es un principio cognitivo, sino político porque brinda a todos el poder de reflexionar juntos acerca del trabajo que estamos haciendo juntos.
A modo de conclusión nos deja una frase de Ítalo Calvino:
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