Cuando me vine a vivir a La Rioja, en febrero de 1985 tenía 21 años y un año de experiencia como maestra en una escuela muy pobre del Gran Buenos Aires. En esa época les docentes nos jubilábamos en la provincia con el 82 % móvil con 25 años de antigüedad. Es decir, de no ser por las políticas neoliberales aplicadas en su provincia por el presidente de la Nación en la década de los 90, me hubiese jubilado de maestra de grado ya hace más de 10 años. Como lo social nos va configurando y los caminos pueden ser diferentes a loa. que uno deseó y planeó para su vida, vamos adaptando nuestros proyectos a las realidades. Yo adoraba ser maestra...
Sobre todo adoraba enseñar a leer y a escribir. La satisfacción de los niños y niñas cuando aprendían a leer junto conmigo era tan grade que me llenaba el alma. Eran esos ojitos llenos de felicidad, diciéndome: puedo darme cuenta de lo que dice acá, ¡lo logré! Era los gestos de agradecimiento de las mamás y los papás, les que habían depositado su confianza en mí, y les que no, que eran muchos también.
Pero las instituciones me vencían... las filas, la disciplina, el guardapolvo, las formalidades sin sentido... No aceptaban que yo trabaje distinto. Hubo muy poca gente que me apoyó... Me boicoteaban las más, muchas veces. Siempre estaba pagando derecho de piso, y cuando lo dejé de pagar entró la competencia por el ascenso. Y yo aspiraba a más.
Quería estudiar sociología. Quizás así podría algún día descifrar la discusión que tuve con papá sobre la relación sociedad-educación: ¿Era la educación la que podía cambiar a la sociedad o la sociedad quién cambiaba a la educación?
El objetivo siempre era hacer un mundo más justo, eso era por lo que él siempre había luchado y me había legado el mandato, o lo adopté porque yo quise, o las dos cosas, no sé. Pero papá no era de imponer sus ideas y sus anhelos, no. Solo su carisma, su entrega a una causa, su convicciones te atrapaban. O las experiencias que nos contaba y que nos hizo vivir junto con él en sus reuniones en el ateneo, las sobremesas con sus amigos o el exilio en que nos vimos obligados a acompañarlo.
En La Rioja abrieron la carrera de Trabajo Social y me puse a estudiar como loca... Todavía no sé cómo se puede cambiar la injusticia en este mundo. Esa sigue siendo mi búsqueda.
Me recibí con una tesis en donde relacionaba los problemas del Trabajo Social con la Educación: La participación de los padres en la escuela. Con mi compañera de trabajo teníamos proyectos para llevar adelante en las escuelas y el trabajo con la comunidad. No obtuvimos respuestas que nos avalaran, y tuvimos que defender nuestra propuesta de quienes la usaron como propia para su propio beneficio.
La docencia universitaria se me había cortado con la entrada de Tello Roldán en le Rectoría universitaria. Muchos docentes que no lo apoyábamos en sus despóticas y liberales políticas universitarias, fuimos expulsados. Igual alcancé a tener una experiencia interesante como docente universitaria enseñando las técnicas para la participación y la educación popular.
Se abrió entonces la posibilidad del trabajo de capacitación a directivos y docentes por medio de la red de Formación Docente y comencé mi experiencia de Formadora de Formadores. Con la presentación de un trabajo de sistematización sobre la Alfabetización de Niños y con la publicación de mi tesis ingresé en el Profesorado de Educación Primaria de la Escuela Normal de La Rioja.
Muchas fueron las experiencias vividas a partir de mi ingreso en la Formación Docente a partir de 1996. Basadas en la construcción social del conocimiento, la participación y la reflexión teoría-práctica, fueron muchos los encuentros con docentes de toda la provincia y de los diferentes niveles educativos.
En mi actividad como trabajadora social coordinando un grupo de jóvenes en riesgo del Barrio Cementerio de la Ciudad de La Rioja aprendí el trabajo con los jóvenes y adolescentes y pude poner en práctica todos mis conocimientos sobre el trabajo en equipo.
Eran tiempos de mucha vulnerabilidad social (2000-2002). Me llevo de esta época la magia cotidiana del encuentro con los jóvenes, con el equipo de trabajo y con la comunidad. Resolviendo las veces asuntos graves, las otras veces, dificultades cotidianas. Repensando juntes los modos de comprender la juventud, la pobreza, la comunidad, el trabajo. La solidaridad. El enfrentarme a las manipulaciones de "los de arriba", la indiferencia de políticos y políticas supuestamente amigues, el saber que dando posibilidades la vida fluye con alegría y crecimiento. La importancia de las actividades artísticas como una forma de expresión, de resiliencia, de encontrarnos con lo que somos, lo que queremos ser y la construcción de nuestras identidades. La importancia de los límites y la resignificación de los espacios de autoridad y poder fueron las muchas vivencias y aprendizajes.
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